martes, 30 de diciembre de 2008

“EN ESTO CONOCERAN A LOS DISCÍPULOS DE JESÚS”


Después que Jesús ascendió al cielo,
el fervor por dar a conocer al mundo la noticia de que Dios se había dignado a darnos una nueva oportunidad de acercarnos a él por medio de Jesucristo su hijo, fue algo verdaderamente explosivo.

Según cuenta la Biblia, estos hombres y mujeres que habían estado cerca de Jesús como discípulos, los pueblos y la gente que los conocía, reconocían en ellos un cambio radical en sus personas.

De haber sido personas extremadamente agresivas, se habían convertido en personas dóciles y compadecidas, de haber sido pescadores recios y maldicientes, se volvieron personas que no hablaban sino bendecían primero, y así hay un sin número de ejemplos de tal forma que la gente los empezó a llamar “cristianos”.

Ellos no se auto impusieron ese nombre,
fue el pueblo mismo el que los llamó de esa manera.
La intención de los discípulos de Jesús nunca fue la de hacer algún nuevo movimiento o una nueva organización,
lo que movía sus corazones a ayudar y bendecir a los demás era su necesidad de dar a conocer que Jesús sigue estando vivo y sigue haciendo las mismas obras que él hizo cuando estuvo en la tierra.

¿entonces cómo fue que la gente los empezó a llamar cristianos?

Los empezaron a llamar así, porque eran idénticos a Jesús.
Hablaban como Jesús, actuaban como Jesús, oraban y la gente recibía sanidad,
así como lo hacia como Jesús.

Hay estudiosos que afirman que hasta pudieron haberse vestido como lo hacia Jesús,
esto no era una enajenación en la persona de Jesús,
era que habían recibido la promesa que Jesús les había hecho,
que cuando el ascendiera al cielo,
al poco tiempo recibirían el mismo espíritu que Jesús tenia, al Espíritu Santo.

Cuando ellos oraban o hablaban, la gente prácticamente los “confundía” con Jesús.
Imagina que les hubieran dicho:
- ¿no eres tu aquel Nazareno que resucito a Lázaro?
o
¿qué no eres tu aquel que convirtió el agua en vino en una boda en canaan? ...
¡que honor tuvieron ¡verdad?!

Y es que en realidad ellos tenían la única marca o etiqueta que Jesús les permitía tener como discípulos suyos.
Tenían Amor unos por otros.

A los discípulos de Jesús no los hace cristianos el conocimiento de las escrituras.
Ni el estilo de ropa, ni el largo del cabello. Ni las liturgias con las que cumple cada semana.

Tampoco los hace cristianos una membresía en una organización especifica.
Todo eso es importante y muy necesario en nuestra vida pero mas que calificarnos como cristianos, deben ser el fruto de nuestra relación con Dios.
Únicamente el Amor por los demás es lo que propiamente nos identifica como cristianos.

Jesús les dijo a sus discípulos:
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.”
Juan 13 : 35

A lo mejor se oye como algo muy difícil de alcanzar y mas en estos tiempos tan violentos
donde la maldad y el odio están a la orden del día, pero no lo es.
El mismo espíritu que Jesús tenía para amar a la humanidad, perdonarla, sanarla y libertarla de sus cargas, y que también se los ofreció a sus primeros discípulos para lograr hacer esto, te lo ofrece a ti.

Es el bendito Espíritu Santo. No hay otra manera de poder compadecerse por la gente y no mirar la maldad que a veces hay en ella.
La sed de venganza que sentimos muy a menudo nos lleva a ser iguales a los que odiamos.

No asesinamos con un arma, pero lo hacemos con la lengua.
Para tener un verdadero amor en nosotros al grado de amarnos unos a otros y ser verdaderos discípulos de Jesús, necesitamos al Espíritu Santo,
y el viene a nuestra vida cuando le pedimos a Jesús que nos perdone y llene nuestra vida con su amor.

Así como Jesús esta vivo y sigue compadeciéndose del ser humano cuando se lo pide, el Espíritu Santo lo esta ahora en la tierra en lugar de Jesús, él lo prometió y quiere obrar en nuestra vida.

Solo así podremos llegar a ser verdaderamente Cristianos.

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